En ese momento en que golpearía su cara
vi profundo su espíritu, y las montañas que este producía
vi que en las montañas había ganas de ser, corriendo
de un incendio colosal, de sus rayos dorados
y vi que el mundo se acaba en ella
desvistiéndose
y si ni la luna nos ilumina
ni a nosotros ni a los miles de mensajes que caen
desde el cielo hasta los buzones que llenan nuestros ojos de sentimiento
poco y nada podríamos ver
en nuestra noche mundial
interminable y mundial..
pero él estaba tranquilo
porque sabía que las olas de electricidad
y los rayos de sus ojos
nos abrazarían inmobles en lo dorado
y nos dirían que esta todo bien
que la luna ya va a volver
y que cuando vuelva con sus miles de nubes
nos va a regalar
el día perfecto.
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